miércoles, 22 de noviembre de 2017


Retrato de Ennio Jiménez Emán, elaborado por el artista plástico Felipe Guevara. Técnica mixta sobre tela. 30x39 cm. Año: 2015. 


Ennio Jiménez Emán
    


lunes, 20 de noviembre de 2017

La fotografía y Susan Sontag

Por: Ennio Jiménez Emán



                                                            Susan Sontag

      Para la ensayista y novelista estadounidense Susan Sontag, las fotografías son el más misterioso de todos los objetos culturales que constituyen y densifican (concentran y ahondan) el espacio, el escenario donde se mueve el hombre. Las fotos expresan un rastro fantasmal: presentan una huella espectral de quien es retratado o de lo que retratan. Constituyen también un objeto a la vez material e inmaterial, una pseudopresencia y un signo de ausencia que incita a una suerte de ensoñación.Son incluso,de hecho,un inventario de la mortalidad. La fascinaciön y el terror que exhiben son un recordatorio de la muerte (una excursión poética a la muerte). Suscitan un aire de melancolía al vernos envejecer a través de ellas: "Ahora basta oprimir un botón para investir un momento de ironía póstuma", escribe Sontag. Así, las fotos y los retratos expresan y ostentan la vulnerabilidad e inocencia de la vida en camino hacia su destrucción: "este vínculo entre la fotografía y la muerte lastra todas las fotografías de personas", anota. La fotografía despierta el sentimentalismo cuando observamos imágenes de viejos antepasados, instantáneas ingenuas o convencionales, retratos de estudio: "semejantes imágenes parecen aún más extrañas, conmovedoras, perentorias", precisa la ensayista. Por eso para Sontag la fotografía es un arte nostálgico, alegórico, crepuscular.
      De otro lado,  exponen también una gramática y una ética de la visión al establecer una relación más precisa con la realidad visible que otros objetos miméticos; procuran en el espectador una participación instantánea, una sociología y una historia instantáneas, por así decirlo. La fotografía ha implantado en la relación con la realidad un voyeurismo crónico que uniforma los significados y la significación de todos los acontecimientos. Por tanto, todo fotógrafo es un voyeur que invita al espectador también a serlo Igualmente, la fotografía ha introducido en el mundo una noción de observar a éste como un conjunto de fotografías potenciales. Las fotos son experiencia capturada, filtran el mundo y lo convierten en objeto mental. Son también fragmentos de nuestro mundo, miniaturas que envejecen atacadas por enfermedades (hongos, picadas de herrumbre).
      La fotografía es un rito de la vida en familia que da continuidad a esa vida (dejando huellas de una experiencia doméstica claustrofóbica), pero que a la vez se abre hacia nexos más amplios. Igualmente es un rito social, una defensa contra la ansiedad y un instrumento de poder.  En las fotos de viaje de turistas, el texto o hecho fotográfico certifica la experiencia y a la vez es un modo de rechazarla. Por otra parte, ordenar fotografías es importante porque se busca imponer el orden y el tiempo exactos de la contemplación y la mirada y se gana en legibilidad visual e impacto emocional. "Las fotografías pueden ser más memorables que las imágenes móviles, pues son fracciones de tiempo nítidas, que no fluyen. La televisión es un caudal de imágenes indiscriminadas, y cada cual anula a la precedente", escribe Sontag. Tomar fotografías, pues, es ir al encuentro de un acontecimiento único y a la vez es un acontecimiento único en un tiempo y lugar precisos, donde el fotógrafo y el acontecimiento se arrogan derechos para invadir, interferir o ignorar lo que está sucediendo. El fotógrafo y el acontecimiento son únicos: "La omnipresencia de las cámaras insinúa de modo persuasivo que el tiempo consiste en acontecimientos interesantes dignos de fotografiarse.", apunta Sontag. Expone la ensayista que igualmente existe un elemento surrealista en la fotografía: lo que vuelve surreal una fotografía es su irrefutable patetismo como un mensaje de un tiempo ido, y de la concreción de sus insinuaciones sobre los problemas de clase.
      La pasión del coleccionista y del fotógrafo están animadas por el pasado más que por el presente. El fotógrafo se guía frecuentemente por la pertinencia del tema, el encuadre, la presencia de los elementos de su alrededor que por los valores o contenidos. Al igual que el coleccionista, escribe Sontag, "La mirada sobre todo ávida y tenaz del fotógrafo no sólo se resiste a la clasificación y evaluación tradicionales de los temas, sino que procura conscientemente desafiarlas o subvertirlas." Sontag cita una reflexión de Berenice Abbot para ilustrar lo anteriormente dicho: "El fotógrafo es el ser contemporáneo por excelencia; a través de su mirada el ahora se transforma en pasado." La ensayista arguye que la fotografía guarda analogía con la arquitectura ya que ambas están sometidas al inexorable paso del tiempo. Las fotos se manchan, se ajan, se desconchan, se cuartean al igual que las edificaciones; incluso, andando el tiempo palidecen y guardan mejor aspecto, luciendo a veces mejor como ruinas. En la actualidad, creyéndose un gran fotógrafo, cualquier aficionado o amateur sin la más mínima pericia, entrenamiento visual o sensibilidad toma fotos a diestra y siniestra usando un simple celular o un teléfono inteligente, sin discriminar la situación, el motivo o el personaje retratados (se trata de retratar por retratar), convirtiéndose esta democrática forma artística en un verdadero atentando contra la privacidad individual, derivando así el oficio fotográfico en una práctica brutal, agresiva y anodina. Ya había alertado Sontag sobre este hecho al afirmar que la cámara es "un arma sublimada", en el sentido de que invade y agrede la individualidad de otras personas. Estima que "Aunque es una forma de arte masivo no es practicada como arte por una mayoría." A la hora de pensar o de asumir la fotografía, es bueno tener en mente esta premisa bastante realista y desmitificadora de Sontag: "La fotografía es una manera de mirar, no la mirada misma."






      A partir del año 1840 del siglo XIX, la influencia de la fotografía en la pintura moderna, y de ésta en aquélla es obvia. Ambas se nutren e identifican posteriormente durante el siglo XX: impresionismo, cubismo, abstracción alternan con infinitas imágenes fotográficas, pero para ambos creadores (pintor y fotógrafo) el procedimiento creativo es, en esencia, opuesto. "El pintor construye, el fotógrafo revela", anota Sontag. Es decir: "ante una fotografía la identificación del tema siempre prevalece en la percepción, cosa que no ocurre necesariamente con una pintura."  La venganza de la vanguardia artística consiste en que rechazó lo mimético al estilo fotográfico "como mera representación", trascendiendo el tema y lo puramente visual. Para Sontag la actitud moderna ante la fotografía se acerca más a la poesía que a la pintura: salvo en tendencias marginales como el hiperrealismo, el cual es una vivificación del fotorrealismo que busca en la propia pintura una noción de "verosimilitud", este último arte sigue limitado por lo "retiniano", como lo planteó Marcel Duchamp. Por el contrario, el ethos fotográfico implica "educarnos en visión intensiva". Así, la pintura se volvió más conceptual y por otro lado la poesía ha optado por su interés en lo visual. En la poesía y la fotografía existe la discontinuidad y se valen de formas desarticuladas para darles unidad, esto es: "arrancar las cosas del contexto (para verlas de una manera nueva), enlazar las cosas elípticamente de acuerdo con las imperiosas aunque a menudo arbitrarias exigencias de la subjetividad". En cuanto a la fotografía y la pintura: "El compromiso de la pintura con la concreción y la autonomía del lenguaje es paralelo al compromiso de la fotografía con la visión pura."



                                                             Susan Sontag                                                   




viernes, 9 de junio de 2017

José Gregorio Noroño comentó la obra "Identidad Caníbal", de e.j.emán.


                                              Identidad Caníbal                       

     "Esta propuesta visual es compleja desde el punto de vista técnico, formal y conceptual. e.j. emán realiza un políptico valiéndose del collage, el fotomontaje y pigmentos pictóricos y gráficos debidamente articulados, con los cuales logra construir una obra impactante por el uso del color, el trazo y la mancha; todos estos cargados de fuerza y gestualidad. Esta obra también resulta compleja por la variedad de signos icónicos que contiene: figuras humanas, componentes autobiográficos, imágenes del arte universal, letras, números, símbolos religiosos y cabalísticos; lo que hace de ella un objeto artístico de lectura múltiple."  (Texto tomado del Catálogo del  XIV Salón de Artes Visuales "Carmelo Fernández", San Felipe, Yaracuy, Venezuela, 2006)

miércoles, 24 de mayo de 2017

Cirilo Mendoza, pintar por poesía, vivir en poesía.







Por: Ennio Jiménez Emán


     Hacemos referencia aquí a la actividad plástica de Cirilo Mendoza. Es bastante conocida su trayectoria como pintor popular autodidacta que legó una obra que ya está valorada como una de las más relevantes de la pintura venezolana en la segunda mitad del siglo XX. Nuestro pintor, nacido en el pueblo de Marín, estado Yaracuy, Venezuela, el 9 de febrero de 1920 y fallecido en San Felipe en septiembre del año 2004, sintió vocación por el dibujo y la pintura desde niño (e igualmente por la escritura poética), y fue desarrollando gradualmente su arte, pasando del primero a la segunda cuando el tiempo y los recursos económicos se lo permitían, ya que tuvo que laborar frecuentemente como agricultor y trabajador informal para poder obtener los recursos y comprar los materiales para pintar.
     Cirilo expuso sus obras en muestras individuales y colectivas de las más diversas e importantes galerías de arte popular en Caracas y en el interior de nuestro país, obteniendo varios premios, menciones y condecoraciones hasta ser galardonado finalmente con el Premio Nacional de Cultura Popular otorgado anualmente, a la sazón, por Consejo Nacional de la Cultura en el año 2001. A pesar de haber expuesto mucho, Cirilo vendió pocos cuadros, con cuyo dinero volvía a comprar materiales para continuar pintando, ya que según muchas veces lo declaró, no estaba interesado en vender su obra para enriquecerse o hacerse famoso. Pintaba por la necesidad interior y el placer de hacerlo.

                                                      

     Sus primeras obras las expuso en Marín en 1968 con motivo de un reencuentro de personas nacidas en el pueblo. Allí expuso 70 cuadros de mediano formato que tituló "Paisajes de mi pueblo", una colección de paisajes inspirados en el poblado yaracuyano y su gente ejerciendo oficios, diversiones, actividades cotidianas, vida nocturna. Abordó temas costumbristas, religiosos y patrióticos. Su pintura podríamos catalogarla de realista, pero no realista a secas, sino realista con tintes expresionistas donde se percibe un acertado tratamiento de la luz y del color. Al crítico Mariano Díaz le había confesado. "Yo diría que pinto por recuerdo y por poesía." Cirilo pintaba por poesía e igualmente vivía, existía por poesía (muchos cuadros suyos ilustran sus poemas y viceversa). Igualmente fue un poeta que vivía en la música (tocaba el bandolín y componía canciones de manera espontánea). Y nos legó un arte de soledad y de comunión (de satisfacción de necesidades íntimas del creador abiertas al regocijo comunal o colectivo) y una existencia plena de transfiguración y trascendencia. Su vida, su pintura y su poesía dan fe de ello. (Fragmento del texto del mismo nombre, que escribí como prólogo al libro de poemas -aún inéditos- de Cirilo Mendoza).


                                                                       
Exposición  "Cirilo Mendoza. Autorretratos". Museo Carmelo Fernández. San Felipe, Yaracuy, 2009



domingo, 14 de mayo de 2017

Catálogo de la Exposición "Confluencias/Collages". Galería Universitaria de Arte de la Universidad Central de Venezuela (U.C.V.). Caracas, 2012. Exposición Colectiva de e.j.emán, Rafael Castillo Zapata y Alejandro Sebastiani Verlezza. 



jueves, 11 de mayo de 2017

 Texto del catálogo "Plan para un paisaje": exposición-instalación de Luis Noguera en el Museo Carmelo Fernández, San Felipe, Yaracuy, Venezuela, 2008.


 Instalación de Luis Noguera



     Plan para un paisaje, instalación que el pintor venezolano Luis Noguera exhibió en los espacios del Museo "Carmelo Fernández ", resulta entre otras cosas un recorrido particularmente coherente a lo largo de su propia obra. Ya desde los primeros trabajos en papel que el artista empezó a elaborar en los años 80, se notan preocupaciones y búsquedas estéticas que tienen que ver con lo que se muestra en esta exposición-instalación: investigación en las texturas y en los intersticios de las formas naturales e igualmente en las interacciones del color. En esta muestra (...) el pintor incluye también video, arte corporal y danza.
     Noguera ya es dueño confiado y seguro de su propio lenguaje y aquí observamos, pues, una suerte de travesía por su propia obra, utilizando por ejemplo miniaturas de 10 cuadros,  e igualmente signos y texturas que usa en sus telas, planteados éstos como elementos paródicos, logrando realizar un collage de su trabajo plástico y a la vez haciendo una propuesta y un proyecto para realizar una futura investigación plástica.
     Esto me recuerda lo que yo había visto en el apartamento en Nueva York (Manhattan), donde habitaba el pintor cuando lo visité en 1998. Colocaba Noguera pequeños cuadros suyos ya terminados o en proceso de creación entre los tiestos de las matas, en las mesas, en las ventanas, interactuando con otras obras de pintores que allí había, creando una especie de instalación de la suya propia a todo lo largo del apartamento. Hoy palpamos la coherencia de esta propuesta, concretada en esta instalación que funciona como un todo orgánico, incluyendo la intervención plástica en las paredes del museo.
     Esta exposición se constituye así en una pequeña sinfonía del color y las texturas, en una investigación de las superficies, las materias y los materiales plásticos que ubican a Luis Noguera como creador de un lenguaje propio en plena expansión y exploración de nuevos mundos y realidades plásticas.

                              Ennio Jiménez Emán










Luis Noguera


Catálogo de la exposición "Imágenes Quebradas", Museo Carmelo Fernández, San Felipe, Yaracuy, Venezuela, 2008.



martes, 9 de mayo de 2017

Willy Aranguren escribió sobre el cuadro "Subway de la mente", de e.j.emán.






    "Se trata de un collage-dibujo de gran formato, como especie de autobiografía o narración plástica coherente, donde se ven involucrados los sueños, los anhelos, los traslados físicos o imaginarios alrededor del mundo como espíritu trashumante, representaciones que, sin duda, están ligados a su pensamiento estético, a su relación planteada como creador de imágenes visuales y escritor, donde ambos cohabitan,
a pesar de la supremacía de lo primero."


Gabriel Jiménez Emán escribió sobre la obra plástica de e.j.emán


                                                                  Técnica mixta sobre papel
   
  "Ennio Jiménez Emán es un artista, un pensador. Es las dos cosas a la vez, pero bajo el signo de un perfil discreto que más allá del reconocimiento público, busca la confrontación estética con el tiempo en que vive, en la medida en que dialoga con las expresiones del arte moderno o contemporáneo, especialmente del arte cubista, el arte informalista, del pop y de las vanguardias que tejen su coartada con lo abstracto, el collage y las tendencias desdibujadas de lo visible y lo fragmentario, pues desean ir más allá de lo representativo real, del realismo craso y de las obviedades a que nos tiene acostumbrados el facilismo pictórico, que calca a la naturaleza, o a los paisajes bucólicos desbordados, por un lado, o a su antítesis, el arte tecnológico que debe apoyarse forzosamente en especulaciones textualistas.
     Ennio ha aceptado el reto de lo difícil, de lo hermético, de lo no-dicho, de lo recóndito que sube por momentos a la superficie, para mostrar su lado enigmático, el limbo donde se tejen los presentimientos, las latencias internas, la dureza del ser enfrentado a sus dilemas. Ennio practica desde hace mucho tiempo este arte de la soledad, con el objeto de ir conduciendo su investigación estética merced a diversas técnicas donde se dan cita el collage, el gesto, la yuxtaposición de elementos heterogéneos para producir el efecto de lo simultáneo, el tachón, el grafismo y los signos, con las expresiones literarias y musicales que rodean su entorno humano y cultural; ahí caben los objetos familiares y los objetos de consumo, sellos postales, cabezas de muñecos, figuras rotas o fracturadas, estampas, fotos, etiquetas, estatuillas, máquinas de relojes olvidados: todo ello va adquiriendo un sentido en la obra de Ennio, se va inquiriendo en el tiempo y con el tiempo hasta configurar un lenguaje muy propio, una poética diríamos, que amasa a todos estos elementos para otorgarles una unidad artística y conceptual."


                               Gabriel Jiménez Emán         Fotografía: E.J.E.